martes, 11 de diciembre de 2012

Tiempo de Fiesta MÉXICO



CHILE

Roberto Vera
Jaime San Martín
Luis Guerra
Sebastián Escalona
Diego Barrenechea
Sebastián Domingual
Jaime San Martín
Hugo Leonello Núñez
Karen Bórquez
Néstor Olhagaray
Akeme Paz
Roxana Pey
Elena González
Martín La Roche
Carlos Flores del Pino
Juan Céspedes

MÉXICO
Manuela García
Moisés Regla
Ary Erhenbeg
Pablozeta -España-
Sonido Confirmación Daniel Alvarado + Rex Bantron
Colectivo Oso
Michel López Murillo -Colombia-

ECUADOR
Olmedo Alvarado
Larissa Marangoni
Juan Pablo Ordóñez
CUCO (Cultura Contemporánea)
Carlos Vargas
Carlos Carrión
Adrián Washco
Blasco Moscoso






martes, 18 de septiembre de 2012

Tiempo de Fiesta



TIEMPO DE FIESTA
“No se trata sólo de estar uno junto a otro como tal, sino de la intención que une a todos y les impide desintegrarse en diálogos sueltos o dispersarse en vivencias individuales”
Gadamer
El propósito de este proyecto ha sido desbocar el tema de la fiesta muy propio de la teología y últimamente de la antropología, para poderla entender a “la fiesta” tal como lo hace Gadamer[1], como el proceso comunitario más completo en donde se desarrollan tiempos que desvirtúan el objetivo egoístamente individual que nos presenta el tiempo enajenado del trabajo, hacia una -en términos Kantianos- “finalidad sin fin”; que nos ha llevado a comprender el tiempo de fiesta como un instante (tiempo indeterminado), en donde se tejen estrategias críticas y dispositivos conceptuales que fluyen entre el goce celebrativo propio de quien disfruta su “tiempo de la fiesta” así como de la estructura misma de la fiesta, estructura caótica representada en lo absurdo, lo burlesco y lo irónico, como materia prima con la que se gesta este divertido proceso, para desarticular (al menos por este instante) los juegos del poder siempre presentes en el tiempo del trabajo cotidiano.
En este sentido “el carnaval” como tiempo de fiesta, tal como lo proponen los “Estudios culturales latinoamericanos” o la carnavalización literaria según Mijail Bajtín es un discurso polifónico que entraña un sentido de subversión, que por supuesto conlleva al advenimiento de una diferente “episteme” que inaugura una  “nueva figura de razón” y que por lo menos en el “tiempo de fiesta” se torna un discurso intertextual cuyas variadas voces (hipertexto) se superponen en un dialogo polífono caótico que desdibuja la identidad, transformando al ser que participa de la fiesta por este lapso de tiempo en lo que en palabras de Robert Park denomina como "híbrido cultural"[2], hibridez que refleja el estado del ser latinoamericano actual y que surge como eco de la contribución de la teoría poscolonial sobre todo de Homi Bhabha y luego de García Canclini.
Por ello, la estructura temporal de la fiesta no se sostiene bajo la lógica del trabajo que pretende un fin y una meta, la fiesta en el plano simbólico del arte como de la cultura, descansa sobre una estructura que no es la frecuentada por la lógica del capital y no está sujeta a un cómputo abstracto o un empleo del tiempo cotizado bajo un valor monetario, la fiesta simplemente se goza y en eso radica su fortaleza.



[1] Gadamer, Hans-Georg. “La actualidad de lo bello”. Barcelona: Herder, 2002.
[2] Sociólogo de la Universidad de Chicago, cuyo termino “hibrido Cultural” lo propone en 1928.


martes, 31 de julio de 2012

Proyecto Calendarios EJERCICIOS CORPORALES PARA TODO EL AÑO




CALENDARIO 2011 

“…de esta manera la publicidad con su pretendida transparencia y criterios de pragmática discursiva, da cuenta brevemente sobre la razón de ser de los museos: “albergue de tesoros” sin embargo, las imágenes que componen el mensaje audiovisual sugieren y refuerzan códigos que contextualizan y localizan al espectador dentro de la trama-mundo que se pretende promover. Queda claro quiénes albergan los tesoros del mundo y queda claro quiénes son considerados “el mundo” –en su defecto el primer mundo- y por lo tanto del tesoro.”
                 Gerardo Zavarce

En el mundo contemporáneo en donde el dominio de la representación bajo la figura de la imagen, ha servido a los intereses de un pragmatismo liberal adherido a la circulación de signos a manera de productos que se ostentan en el círculo vicioso de la plusvalía propia del capitalismo cultural. Planteamos, por lo tanto tamizar dichas imágenes en forma de rebelión subversiva y transgresora, en tal medida que la ecuación de poder-saber, apegada a la fortaleza de la imagen en el universo oculocéntrico del liberalismo burgués dilapide su fortaleza en una suerte de movimiento doblemente inscrito que nos haga repensar las tensiones y ambivalencias que lo desestabilizan; usando ese poder para en una suerte de dispositivo crítico apropiarse de la imagen utilizada en este caso para producir un calendario y con los mismos mecanismos con los que se publicita la marca[1], se mercantilizará la imagen del productor artístico, retorno irónico al “aura” benjaminiana cuya fortaleza metafórica y su discurso retórico se volcaran pretextos para modificar su misma estructura ontológica estableciendo nuevos parámetros de valoración de la experiencia estética.
Partimos de la premisa de que no hay imagen, discurso o práctica cultural, neutra así como tampoco ideológicamente no comprometida, para poder establecer vías de contrasentido que se enquisten en la imagen (producto de la moda del momento) y que beneficiándose de la fortaleza mercantil que poseen estos objetos en ciertos intervalos festivos del tiempo social[2], logremos generar nuevos dispositivos de distribución social de la experiencia estética.
Hoy más que nunca, nos afrontamos a una forma de hiperestetización de la vida gracias a disciplinas como el diseño y la ergonomía en el marco de lo que los frankfortinos se esmeran en llamar “sociedad del capitalismo desarrollado” y que guiados por una hegemonía planetaria del modelo liberal, se han mostrado serviles a dichos intereses.
Por otro lado, dentro del largo desarrollo de la historia del arte, sobre todo de los últimos dos siglos, persistentemente han sido objeto de crítica los instrumentos de distribución y apropiación social del conocimiento artístico, entonces creemos necesario modificar el espectro tradicional en el que se han emplazado los productos artísticos[3], elevando el discurso crítico a espacios no convencionales expandiéndonos hacia territorios impensados e inaccesibles al utilizar estrategias propias del entendimiento de lo que se ha denominado “bellas artes” restituyendo la figurada banalidad con la que se despliegan.
Por lo que, insistir en el asedio de lo íntimo forzará al espectador a meditar la dinámica del comportamiento público como fundamento para una vida en sociedad, creando un modelo de interferencia que detone el desarrollo cotidiano de este individuo, lo cual nos remite  a  pensar  que,  si existe un proyecto emancipatorio, -un telos- en lo profundo de las prácticas contemporáneas, éste estaría emparentado con el desmantelamiento del exorbitante andamiaje de “la institución arte” en una suerte de proceso de ingerencia en la trama social.
De lo que se trata es de introducirnos en la esfera privada de conciencia individual empotrándonos etéreamente en el imaginario del consumidor así como el territorio en que se ha emplazado el producto.[4] Ya que el objeto como ser autónomo se aparta del producto artístico, confluyéndose en un adorado fetiche, que se aclama como el último vínculo en la metamorfosis de la institución artística hacia la institución de la industria cultural. 
Denso solapamiento que nos invita a especular sobre el agotamiento del gran paradigma de las artes en donde el museo germina como proyecto ilustrado al acaecer de su crepúsculo.
Finalmente concebimos la dificultad que se presenta entre el mundo real y el simulacro[5] en un mundo que a homogenizado los circuitos de realidad, impidiendo diferenciar lo bello de lo feo, lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, y claro lo real de lo simulado, “la ilusión ya no es posible porque la realidad tampoco lo es”[6].

El otro se convierte en la forma de constituir nuestra identidad, en la teatralidad de la vida social, la mirada del otro torna nuestras vidas un espectáculo, “uno no es más que el extra de la escenificación publicitaria del mundo”[7] lo cual nos confina a emergernos en el mundo de ilusión estética






[1] Entendida como la imagen del artista
[2] comienzo del nuevo año
[3] los calendarios, producto de esta curaduría, serán distribuidos en los espacios en donde comúnmente se emplaza dicho producto como: 
     vulcanizadoras, comedores, salones de billar, carnicería, tienda, etc.
[4] mecánica, carnicería, taller, bar, tienda, etc.
[5] Simulacro entendido como lo entiende Jean Baudrillard en “Cultura y Simulacro”, Kairos, Barcelona, 1987.
[6] Baudrilliard Jean, “El crimen perfecto”, Anagrama, Barcelona, 1996, p. 82.
[7] Baudrilliard Jean, “El otro por si mismo”, Anagrama, Barcelona, 1994, p. 16.




 



ARTISTAS PARTICIPANTES:

Gabriela Andrade,
Valeria Andrade,
Miguel Alvear,
Saskia Calderón,
Gabriela Cherrez,
Fernando Falcón (Falco)
Valeria León,
Daniela Miranda,
María José Machado,
Larissa Marangoni,
Sara Roitman,
Paúl Rosero 
Adrián Washco.